El Ideal Gallego, 4 de diciembre de 2006


"El hombre necesita tener creencias y hay que respetarlas"

El escritor coruñés presenta, a las 19:30 horas, en la UNED el libro "Balarian", un viaje medieval que comienza en Tierra Santa, pasa por Roma y termina en Al-Andalus con una reflexión abierta sobre hasta dónde deben de llegar las religiones.


Miguel Ángel Villar sale un momento de las páginas para hablar de su nuevo libro donde se inventa a un personaje, Balarian, que alerta de lo peligroso de los fanatismos religiosos ahora que parece que están de moda. Pero nada lejos de la realidad, la Edad Media puede darnos algunas pistas de que la historia es como una espiral que se repite y lo que parece nuevo, no lo es y vuelve a escena como las profecías y el Apocalipsis.

¿Por qué una novela histórica?
Cursé Historia en la UNED porque quería tener una base sólida para escribir. Tenía ganas de contar esta novela porque refleja un momento muy parecido al de ahora. La profecía del Apocalipsis con el nacimiento del Anticristo en el año 1000, fue lo que motivó las cruzadas y que la gente se preparase para el fin de los tiempos. Como eran los mil años es el enlace porque muchas sectas piensan en el milenarismo y lo emplazan para el 2000.

¿Qué valores encarna el personaje de Balarian?
Que hay que ser tolerantes. El personaje va pasando por Tierra Santa y llega a Roma para terminar en Al-Andalus donde se da cuenta que la religión está usada como un medio para conseguir poder. Es conducido a una prisión donde un médico le cura y conoce a una chica árabe y todo entronca porque, independientemente de las creencias, está la gratitud con la gente que te favorece y la tolerancia.

¿Y cómo están las cosas?
El mal se asocia ahora con la Iglesia Católica. Han empezado los Testigos de Jehová y la religión va subiendo mucho de peso. El modo de vida de hoy en día tiene mucho que ver, las personas han perdido los valores y luchar por uno mismo no es rentable.

Y el hombre necesita tener algo...
Es inevitable. No soy religioso pero el hombre siempre necesita tener creencias y hay que respetarlas. Ahora tenemos las autoterapias y el fenómeno de la emigración donde hace falta tener una mentalidad abierta.

Por lo que dice, la religión tendrá mucho protagonismo en el futuro...
Está empezando. La historia es como una espiral con nexos comunes dentro del mismo período. Las sectas religiosas se basan en la profecía del Apocalipsis y los Testigos o la Iglesia de los Últimos Días llevan una forma de vida como si se tratara del fin del mundo. Nunca se debe llegar a tales extremos.

¿Balarian es un personaje inventado?
Sí, es el hilo conductor para llevar la historia. Es como una película que te conduce por las distintas escenas y representa un proceso de cómo la religión lo acaba convirtiendo en un fanático y cómo él por sus propios medios se da cuenta de las cosas.

Pero el resto está contextualiado en la historia tal y como ocurrió.
Es un viaje por la Edad Media, la época está muy contextualizada y los personajes son históricos: los papas, los maestros del templo y Ramón Berenguer, que puso las bases del reino de Aragón. Por eso quien tenga interés en conocer la época tiene una oportunidad en el libro.

Pero también escribe ciencia ficción y relatos...
A mí lo que me gusta es escribir sobre todo. Con la novela histórica puedo unir mi faceta de investigador y, a la vez, darle rienda suelta a la imaginación. Aprendo y construyo.

¿Cuál es la siguiente historia que le pide una novela?
Tengo 35 obras en bocetos: la civilización de los sumerios, la historia de Grecia... Desde hace tres años me he metido en casa y, en cierto sentido, perdí la comunicación porque si estás escribiendo y te metes en la historia, la estás viviendo. Es como una relación de amor, si vuelves después de meses no es lo mismo.

¿Son tiempos difíciles para los que tienen vocación de escritor?
El mercado está muy mal. Con el dinero puedes comprarlo casi todo y hoy cualquiera pueda publicar pagando. Esto es un desastre para todos menos para las editoriales que lo permiten. El resto sólo pueden sacar diez libros al año de los 300 manuscritos que les llegan. En las pequeñas hay un comité de lectura compuesto por una persona y tiene que cuadrar que lea justo el tuyo y tengan presupuesto. Las grandes prefieren gastar en autores consagrados que darle salida a los nuevos.